15.2.05

Se vienen las campañas políticas: sepa el valor agregado de contar con un plan de comunicación interna

Si usted fue candidato, consultor o miembro activo de un partido político, seguramente vivió situaciones de malentendidos o roces con miembros de su equipo de trabajo. O alguna vez no supo qué decirle a un periodista porque no le informaron lo suficiente sobre el tema del que se hablaba en los medios.

Muchas “desinteligencias internas” que parecen ser causadas por el vértigo de la campaña electoral pueden evitarse o, al menos, disminuir si todos los integrantes del staff de campaña –desde los políticos hasta los técnicos, e incluso quienes reparten folletería- están al tanto de los códigos de comunicación tanto hacia adentro como hacia afuera.

No sólo la prensa y las relaciones públicas son indispensables para comunicar bien nuestro mensaje, sino también es indispensable la implicación o el grado de compromiso de quienes trabajan para un candidato o para posicionar a una gestión.

La comunicación interna apunta a lograr la unificación de criterios a la hora de elaborar un mensaje y reproducir un discurso; se vale de distintos canales para que todos estén al tanto de la información mínima e indispensable que deben conocer, y para que cada uno sepa los roles de trabajo y lo que pasa en cada área.

Todo lo que se comunique hacia fuera debe ser primero comunicado hacia adentro.

Ésta es la idea central que usted debe tener bien presente. Los "colaboradores" de campaña –incluidos los que sirven el café en las reuniones- son transmisores de mensajes y opiniones todo el tiempo, de manera consciente e inconsciente.

Sus impresiones sobre el candidato, el partido, las cuestiones electorales o el mismo grupo de trabajo pueden tener tanta o más trascendencia que un reportaje del postulante en televisión.

Entonces recuerde que la comunicación interna se vale de productos comunicacionales determinados –e-mails, cartas, revistas, resúmenes, reuniones interdisciplinarias, etc- con responsables para su emisión y actualización, lo cual logra hacer más fluida la relación entre quienes trabajan para que usted, su cliente o su candidato lleguen al podio.

6.2.05

Construyendo la marca de las ciudades

Usted piensa en marcas, todos lo hacemos. Vivimos con ellas, las nombramos, las compramos, las sentimos. ¿Quien no recomendó alguna vez a sus amigos que probaran tal o cual producto de determinada firma, que a su entender, era buenísimo?

Las marcas –o nombres- que los encargados de la comunicación ponen a las cosas, son determinantes para que la gente las consuma o se forme determinada opinión sobre ellas.

En el ámbito de los municipios, existe la posibilidad de gestionar esa impronta y lograr que los ciudadanos la acepten, aunque sea un trabajo de largo plazo.

Una marca no reemplaza al nombre de la ciudad sino que la describe, la acerca a la gente, propone un vínculo entre los gobernantes y los vecinos.

Un trabajo de creación e instalación de esa marca necesita ser planificado en el tiempo, ya que deben contemplarse acciones a nivel interno y externo que se sostengan en el tiempo.

Más que “inventar” una marca, los creativos de la comunicación tienen que “deducirla” de un conjunto de características que hacen a la razón de ser de la localidad: el estilo de vida de los habitantes, sus costumbres y tradiciones, sus potencialidades y aspiraciones, entre otras.

El día a día exigirá productos o decisiones comunicacionales específicas, pero si al mismo tiempo se proyecta con eficacia la estrategia de marca de la ciudad, se modificará la relación con los públicos objetivo, seguramente, en un sentido más que positivo.

Cree y refuerce su propia marca, y estará garantizando un sello de confianza y credibilidad ante quienes más le interesan.