15.6.06

¿Relaciones públicas o lobby?

Muchas veces se acusa a los comunicadores y relacionistas públicos de pretender influir en las decisiones ajenas en beneficio de la propia empresa o personaje al que se representa.

Esto tiene que ver con que muchas organizaciones incluyen en su política de “prensa” y RRPP el trato delicado y cordial hacia ciertos públicos, las atenciones especiales, los “regalos empresariales”, las reuniones con funcionarios, los eventos sobre determinada temática, etc. es decir, determinados gestos que pueden ser interpretados como un esfuerzo por lograr un vínculo “demasiado” estrecho con personas claves para la institución.

La existencia de una consultora en comunicación no se fundamenta en la necesidad de informar de manera objetiva lo que hacen los clientes. Sería muy ingenuo pensarlo. Además, la objetividad en sí no existe, es una construcción.

Tampoco podemos caer en el otro extremo de opinar que todo jefe de prensa o relaciones institucionales es un mero lobbysta que se ocupa de conseguir favores, beneficios o contactos en el gobierno, los medios y los sectores empresarios.

Habría que encontrar un término medio.

Hacer comunicación institucional implica varias funciones. Por un lado, tiene que ver con la apelación a distintos públicos. A cada uno se llega de determinada manera, con estrategias distintas. A algunos no se les llega –o se intenta no hacerlo-.

Por otro lado, los intereses propios chocan con los intereses de otros, por lo cual no es cuestión sólo de “hacerse amigo” o de “presionar” a ciertos sectores.
Hay muchos factores que se deben tener en cuenta y hasta el más inocente puede poner el dedo en la llaga y modificar nuestros planes o hacer estallar una crisis.

Hacer relaciones públicas y prensa implica ocuparse de la imagen, de la agenda de los medios, de la agenda de los políticos, de la agenda del público, de la agenda de las empresas y de la agenda de la propia institución.

Hasta el más mínimo detalle puede afectar la propia estrategia. El trabajo de comunicación se realiza en equipo con investigadores, comunicadores, periodistas, empresarios, dirigentes, profesionales, académicos. Y hay que saber coordinarlo.

10.6.06

La importancia de comunicar con emoción

Para quien comunica es importante tener en cuenta un aspecto fundamental: las personas somos seres emocionales, por lo cual la emoción influye en lo que interpretamos y en lo que recordamos.

Antes de diseñar un mensaje o un producto, es necesario pensar las emociones que podrá despertar en el público, para lo cual hay que conocerlo muy bien.
Por más prolijo que sea el aviso, el discurso, el mensaje en general, no será efectivo si no despierta tal o cual sensación en la audiencia, y peor aún, si evoca sensaciones negativas.

No olvidemos que la gente tiende a rehusar y a olvidarse de aquello que le trae malos recuerdos o que le desagrada.

Para armar un mensaje que contenga emociones positivas y favorables es necesario primero que el emisor esté “emocionado”, es decir, involucrado, entusiasmado, convencido con el mensaje.

Una vez que esto sucede, a través de diversos recursos estilísticos –como adjetivos, palabras claves, dedicatorias, cambios de tono, etc.- es posible armar una comunicación adecuada.

Emocionarse para emocionar es la clave. De lo contrario, nadie confiará en lo que decimos.