6.2.05

Construyendo la marca de las ciudades

Usted piensa en marcas, todos lo hacemos. Vivimos con ellas, las nombramos, las compramos, las sentimos. ¿Quien no recomendó alguna vez a sus amigos que probaran tal o cual producto de determinada firma, que a su entender, era buenísimo?

Las marcas –o nombres- que los encargados de la comunicación ponen a las cosas, son determinantes para que la gente las consuma o se forme determinada opinión sobre ellas.

En el ámbito de los municipios, existe la posibilidad de gestionar esa impronta y lograr que los ciudadanos la acepten, aunque sea un trabajo de largo plazo.

Una marca no reemplaza al nombre de la ciudad sino que la describe, la acerca a la gente, propone un vínculo entre los gobernantes y los vecinos.

Un trabajo de creación e instalación de esa marca necesita ser planificado en el tiempo, ya que deben contemplarse acciones a nivel interno y externo que se sostengan en el tiempo.

Más que “inventar” una marca, los creativos de la comunicación tienen que “deducirla” de un conjunto de características que hacen a la razón de ser de la localidad: el estilo de vida de los habitantes, sus costumbres y tradiciones, sus potencialidades y aspiraciones, entre otras.

El día a día exigirá productos o decisiones comunicacionales específicas, pero si al mismo tiempo se proyecta con eficacia la estrategia de marca de la ciudad, se modificará la relación con los públicos objetivo, seguramente, en un sentido más que positivo.

Cree y refuerce su propia marca, y estará garantizando un sello de confianza y credibilidad ante quienes más le interesan.

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